Sí, otra vez Sally Rooney
Vol. 41 La autora irlandesa ya no es la voz de nuestra generación. Lo más probable es que nosotras ya no seamos tampoco las mismas. Y eso siempre es una buena noticia
Fui una de esas privilegiadas que leyó Beautiful World, Where Are You semanas antes de que se publicase. No, hasta mi piso diminuto del centro de Madrid no llegaron ni la tote bag, ni el bucket hat, ni la camiseta de Sally Rooney, pero fui de las primeras en disfrutar del último libro en inglés de esta autora irlandesa que habla para las chavalas como nosotras, o al menos, nos hablaba.
Hace unos años, pasé algunos días en un hotel de Mallorca en donde otras mujeres y yo leíamos en la piscina la misma edición de bolsillo de Normal People. Ellas se lo habían comprado en Alemania, yo no. El caso es que desde entonces, deseamos pensar y escribir como Rooney, una escritora que además nos ha permitido volver a vivir el fenómeno fan tras años de descreimiento. De repente, millones de chiques se abandonaban a las historias y digresiones de esta veinteañera después de años de vacío intelectual.
Como Lena Dunham, otra fan de Rooney y que por cierto ha sido de las pocas afortunadas que ha recibido el pack de merchandising al completo, la escritora funciona desde sus comienzos como la voz de nuestra generación. Probablemente, ninguna de las dos sean perfectas (ni falta que hace) pero nos hablan (o hablaban) a nosotras. Que sean las dos blancas y de clase media (en cuanto a nivel cultural y económico, esto último, al menos en el caso de Dunham) ya es otra historia.
Quizás esa otra historia, que en otro momento podría reducirse a un mero latiguillo, es lo que ahora no nos deja avanzar. Porque Rooney, que en sus anteriores novelas e historias cortas, se presentaba como una intelectual marxista y feminista, que diseñaba personajes muy similares a ella y a su entorno, ha abandonado aquel pasado adolescente. Ahora, la autora, que ha vuelto a su lugar natal, Castlebar, junto a su marido, un profesor de matemáticas al que conoció hace una década, ha escrito un libro conservador, que reivindica la nostalgia, el amor monógamo y heterosexual, y un sexo en donde no hay cunnilingus que valga y los orgasmos surgen de la nada AKA de la penetración. En donde los hombres son hombres, aunque tonteen con la bisexualidad, y las mujeres, cada vez más mujeres.
“Las relaciones humanas son infinitas, complejas e interesantes, y Simon, Felix, Alice y Eileen podrían haber mantenido relaciones de distintos tipos, tantos como fuese posible imaginar”, me cuenta Isabel Domínguez desde Manhattan. “Sin embargo, solo se presentan dos relaciones heterosexuales y desiguales basadas en la dependencia y la necesidad femeninas”. En cuanto a la supuesta bisexualidad, Isabel considera que tanto Felix como Simon no revelan que también se atraen entre ellos “porque a las mujeres no les gusta y se sienten inseguras”. Y eso, piensa Isabel, es hacer trampa. "Sin exploración, no hay exploración. La bisexualidad se retrata en este libro de un modo tan simplista e incompleto como aparece en los discursos mediáticos o en las conversaciones entre amigos”.
Como si se tratase de una película en donde el patito feo se convierte en princesa, en Beautiful World, Where Are You, todo lo que está mal al principio de la novela (la soltería, la desfachatez de las mujeres que están enfadadas con el mundo y además están locas, la exploración de otros tipos de sexualidad, la visión política más radical…), todo eso, se solventa durante las últimas páginas del libro. Porque si en algún momento Rooney pensó que todo aquello importaba de verdad, ahora desde luego, ya no.
Me irrita aún más su clasismo cultural, presente desde siempre en su obra. Porque no nos engañemos, nos hablaba a nosotras, chicas blancas treintañeras, con trabajos creativos aunque precarios, y sueños alejados de la realidad que nos rodea a diario. Pero su clasismo resulta ahora más insoportable y llamativo: como si Rooney se negase a aceptar el vibe posmoderno que lo impregna todo, se atreve a hablar de la industria de la belleza como “la responsable del peor feísmo que vemos a nuestro alrededor” mientras lo apuesta todo al minimalismo aburrido de Uniqlo, y se refiere a las anteriores formas de vida como “algo más sustancial, más conectado con la esencia de la condición humana”. Al mismo tiempo, sitúa el hecho de asistir a misa o de ser madre como un valor superior, y se pregunta qué hay de malo en que un hombre siempre salga con mujeres menores. Tranqui, Sally, Reddit te lo explica.
Los personajes de Rooney no creen en Dios como todos los demás, creen en Dios de una manera trascendente, espiritual y bella. Tampoco son madres como todas esas mujeres que ya lo han sido antes. Probablemente, sean las mismas que durante años miraban por encima del hombro a otres con estilos de vida más habituales, con distintas aficiones, como hace Marianne en Normal People.
Quizá sea el final de una época. Quizá sea hora de consumir ficciones no blancas, no heteronormativas, no clasistas, no patriarcales… bueno, tías, ya sabéis cómo sigue esto. No quiero ponerme académica, pero… Sally nos ha fallado (y Lena hace años que también). Me temo que ha llegado el momento de admitir que ya no son la voz de nuestra generación. Lo más probable es que nosotras ya no seamos tampoco las mismas. Y eso siempre es una buena noticia.