Si no es fácil, es que no funciona
Vol. 68 Viviendo el amor en la era de la obligada sencillez
Pasamos horas hablando del amor, de las relaciones que no funcionan. Es este sentimiento lo que más nos preocupa en la era del 5G y los robots domésticos: el amor. Existen cientos de miles de artículos y de libros, de cómics y películas que abordan esta cuestión… cualquier tipo de manifestación artística o cultural capaz de comentar y analizar un sentimiento, una manera de proceder o de relacionarse: de amar. Ficciones que tratan de explicar por qué vivimos en la era del ghosting, el cushioning, el breadcrumbing, el benching, el orbiting… you name it!
Nos preocupa porque estamos en crisis. Al menos, estamos inmersas en una nueva crisis. Nada indica que las relaciones infinitas imposibles de cuestionar o los matrimonios de conveniencia, o de pura supervivencia, fuesen más felices o confiriesen menos quebraderos de cabeza. Lo que es seguro es que aquellas preocupaciones no son las de ahora. Ahora tenemos otras: somos aparentemente libres para experimentar con todo tipo de amores y de personas, pero nos encontramos enrocadas a medio camino entre la necesidad de sentirnos queridas y cuidadas, y la incapacidad para comprometernos.
Cualquier cosa puede ser un problema o un impedimento: si es difícil, chao; si implica comprometerse, adiós. Belén le dice a su amiga Berta en Autodefensa, “Aporta o aparta al final”, después de que esta intente pedirle disculpas, sin éxito, a su amiga del pueblo, la que no está obsesionada con no ser mediocre. Ese latiguillo nuevo (el primer resultado que encuentro en Google es de 2021) es una prueba más del creciente individualismo también en el ámbito de las relaciones: el amor, como un activo económico, debe aportar algo. Y si no lo hace, chao.
Oscilo entre querer lucir así y llevar mucha raíz, y vestirme de la cabeza a los pies de The Row (pero solo un ratito).
Bien es cierto que la tranquilidad y la calma, los ritmos más pausados del pasado, hacían posibles otro tipo de relaciones y de encuentros. En la era de la inmediatez, de expresiones como ‘me renta’, que algo suponga la mínima complejidad puede suponer un motivo de abandono. Tampoco ayuda que en los tiempos que corren todo pueda ser considerado tóxico o que el autocuidado se haya malinterpretado. Porque una cosa es poner límites y otra pecar de egoísta.
El otro día me encontré con esta reflexión que plantea que no todo en el terreno sexo-afectivo es lovebombing, etc. A veces, o casi siempre, el ligoteo puede hacernos daño; el sexo también y el amor ídem. En realidad, cualquier tipo de relación. Pero asumir que en una correspondencia entre dos, hay una persona que daña y que es una sociópata, y otra que es la víctima, no es realista y nos absuelve de cualquier tipo de agencia, lo que resulta más sencillo en un primer momento y más reconfortante, pero también menos honesto. Esto no implica, claro está, que no se den con bastante frecuencia comportamientos desiguales, verticales, poco empáticos y abusivos. Pero el rechazo no tiene nada que ver con esto.
Dicho esto, no todas las relaciones que supongan el menor conflicto son tóxicas y no siempre la mejor solución (al menos, así lo pienso yo) es poner tierra de por medio. A veces, hay que apostar por el diálogo, tener paciencia, esperar a que las cosas se asienten, dejar espacio, tratar de entender al otre… solo así podremos vivir el amor, el sexo o el afecto y disfrutar de todo ello. Pero si lo que queremos es renunciar al dolor, entonces mejor que no empecemos nada. Cuando tenemos una relación, somos vulnerables y nos exponemos a que el otre nos dañe. Estamos a sus expensas.
Si lo que queremos es que nada cambie, mejor que no empecemos nada. Mi madre me comentó que le sorprendía que en First Dates la primera pregunta siempre fuese: “¿Dónde vives?” Y si por algún motivo, las personas implicadas en la cita se encontraban a una cierta distancia física, decidían cortar por lo sano. Ya no era fácil ni funcional. Al hilo de esto, en programas como La isla de las tentaciones, que son una prueba de cómo funciona la vida real, se habla continuamente de prototipos. Las personas o amantes/novies futuribles son humanos que se pueden elegir y que deben cumplir con una serie de requisitos: muchas veces físicos, pero también de cualquier otro tipo. Y de nuevo, de fondo, está la idea de que si une no se adapta a tus necesidades y gustos más inmediatos, mejor no intentarlo.
Pero el amor no es sencillo, aunque lo analicemos de manera escrupulosa y pongamos todo de nuestra parte para advertir red lights y todos esos neologismos de los que hablábamos al comienzo de este texto. Tampoco nos libra de sufrir y mucho menos de tenerlo fácil. Pero en eso consisten los afectos humanos, ¿no?
No hace falta
ya que me me lo cuentes
si yo ya lo siento, que no quieres más de mí.
No hace falta
que me enseñes los dientes
si ya no te hace gracia, y no quieres más de mí, corazón.
Esa canción me rompe en dos cada vez que la escucho 💔