💖 Love & Rockets 🚀

Share this post
Las amigas
loveandrockets.substack.com

Las amigas

Vol. 58 Pensé que durante semanas podría evocar aquellos momentos y aquellas sensaciones, que me llenarían la barrita de energía cuando mås lo necesitase

Alexandra Lores
May 2
13
6
Share this post
Las amigas
loveandrockets.substack.com

El día que conocí a Rubén, acababa de llegar a Madrid y trabajaba como becaria de nueve a dos. El resto del día podía dedicarlo a lo que quisiera. Tenía tiempo de sobra para hacer lo que desease sabiendo ademås que había cumplido con mi parte del trato de ciudadana ordenada. Así que cuando no estaba en la redacción, dormía siestas, chateaba durante horas e iba al Starbucks a leer. Recuerdo haber tenido entre manos un libro de poemas de Piedad Bonnett que me había dejado una compañera. Entonces yo tenía el descanso mental y la serenidad necesarias para enfrentarme a cada una de sus frases con calma.

PodrĂ­a haber dedicado mis horas libres (que eran muchas) a quedar con gente, a hacer amigos. Pero por fin podĂ­a hacer lo que querĂ­a en una ciudad nueva y en la que nadie me conocĂ­a, sin el peso del vacĂ­o, de no saber hacia dĂłnde ir, asĂ­ que no lo iba a tirar por la borda.

Esperaba a que viniese mi novio (cada veinte días) a verme y el fin de semana me esforzaba por hacer planes con gente. Iba a los cines Renoir a las cuatro de la tarde con señoras intelectuales que también podían hacerlo. Allí, en la oscuridad de mi soledad, veía películas como Still the Water o 10.000 km. Lo recuerdo porque lloré con ellas y lloré con el placer que da saberse escuchada, apelada.

Still the Water, de Naomi Kawase.

El día que conocí a Rubén no estaba sedienta de charlas ni de nuevas conexiones pero, cuando nos vimos, ya no pudimos separarnos. Estuvimos juntos ocho horas. Nos habíamos conocido por Facebook después de que él me escribiese para decirme que le gustaba mi fanzine. Empezamos bebiendo unas cañas en un bar de comida china, después fuimos a su casa, y allí comimos y pasamos la tarde.

Como veĂ­a que el cielo se oscurecĂ­a, cada poco le sugerĂ­a a mi nuevo amigo que quizĂĄs deberĂ­a irme, pero el propĂłsito se quedaba en nada. Ninguno querĂ­a que aquello acabase: hablĂĄbamos de literatura, de polĂ­tica, de todo aquello que nos preocupaba en aquel momento; todo pasado por el filtro de la intelectualidad posmoderna, como ahora.

Hoy, escribo esta carta aĂșn recuperĂĄndome del viaje relĂĄmpago que nos llevĂł a Nacho y a mĂ­ de vuelta a A Coruña, en donde me encontrĂ© con mis amigos. Laura vive en la ciudad, pero Marta y MatĂ­as llegaron en tren para vernos a todos.

Quedamos para beber vermouth en una placita en la que tocaba Allova, una chica rusa que hace trip-hop. Y mientras bebíamos y hablåbamos, Laura nos contó que el señor que daba nombre al lugar, José Sellier, había sido un fotógrafo francés que a finales del s.XIX había organizado la primera exhibición cinematogråfica en la ciudad que lo había acogido.

Después de comer, me fui al hotel. Me cuesta renunciar a la siesta, aunque esté con gente a la que adoro. Ademås, me había mojado un calcetín y tenía miedo de enfriarme, tan endeble soy. Me quedé dormida al instante y puse el despertador para que sonase cuarenta minutos después, pero estuve un buen rato posponiéndolo. Cogí el móvil y me fui andando hasta la terraza en la que estaban todos, incluida Duna, la hija de Laura, que solo tiene tres años.

Paseamos, tomamos mĂĄs vinos y mĂĄs cervezas, y despuĂ©s fuimos a cenar. Laura y yo bailamos Get Me Away From Here, I’m Dying, de Belle & Sebastian, agarradas, y ella nos dijo que seguramente la letra hablaba del fin de la humanidad. Minutos antes, se habĂ­a emocionado al hablar de lo que habĂ­amos hecho todos con el planeta.

La noche era maravillosa y era consciente de que aquello no se iba a repetir, pero debía irme. Estaba muerta de cansancio y pocas horas después tendría que levantarme, pero me esforcé y seguí. Fuimos a un bar en el que es posible desayunar, tomar el té de las cinco y bailar hasta el cierre, como hicimos nosotras. La chica que pinchaba era amiga de Matías, echamos muchísimo de menos a Marta que ya se había ido, y nos abrazamos los cuatro prometiéndonos amor infinito.

Esa felicidad, les dije, solo me la daba la amistad. Durante aquel dĂ­a, no habĂ­a nada en el mundo que desease mĂĄs que estar allĂ­, con ellos. Ninguna pelĂ­cula, ningĂșn libro, ninguna siesta. SabĂ­a que el amor era recĂ­proco y lo podĂ­a tocar; sabĂ­a que entendĂ­an cada palabra que decĂ­a, cada broma, cada gesto. CoincidĂ­amos en nuestra manera de actuar, a pesar de tener trabajos distintos y pantalones distintos y casas distintas. PensĂ© que durante semanas podrĂ­a evocar aquellos momentos y que aquellas sensaciones me llenarĂ­an la barrita de energĂ­a cuando mĂĄs lo necesitase.

Y quizĂĄs eso ya valga la pena.

© 2022 Elefant Records

6
Share this post
Las amigas
loveandrockets.substack.com
6 Comments

Create your profile

0 subscriptions will be displayed on your profile (edit)

Skip for now

Only paid subscribers can comment on this post

Already a paid subscriber? Sign in

Check your email

For your security, we need to re-authenticate you.

Click the link we sent to , or click here to sign in.

Marta
May 6Liked by Alexandra Lores

Inmejorable sobri!!!

OrgullosĂ­sima

Sana envidia de ese encuentro

Biquiños

Expand full comment
ReplyCollapse
1 reply by Alexandra Lores
Patricia Casalderrey
May 3

QuĂ© preciosidad de carta. Se me ha quedado el corazĂłn calentito 💙

Expand full comment
ReplyCollapse
1 reply by Alexandra Lores
4 more comments

TopNewCommunity

No posts

Ready for more?

© 2022 Alexandra Lores
Privacy ∙ Terms ∙ Collection notice
Publish on Substack Get the app
Substack is the home for great writing