La foto de los 2 millones de 'likes', o cómo Jennifer Lopez nos ha devuelto la esperanza en el amor hetero
Vol. 63 Podemos fantasear durante un rato, pero todas hemos vivido el reverso tenebroso de ese obsoleto cuento de hadas
En mi feed de Instagram, son muchas las amigas de internet que han compartido esta imagen. Jennifer Lopez, que se ha dado hace unas horas el sí quiero con Ben Affleck, un maromo bastante repugnante (a mi parecer), con el que ya salió hace dos décadas, ha querido compartir su amor con sus millones de seguidores publicando LA FOTO DEFINITIVA. La que probablemente haya sido estudiada durante horas, y que tiene el doble de likes que el resto de los posts de la celebridad.
¿Pero, por qué se ha convertido en la imagen aspiracional por antonomasia del 2022? Además de las sábanas blancas y las almohadas mullidas, lo que realmente nos gusta de la foto, lo que queremos ya en nuestras vidas, además de dormir doce horas seguidas, es ESE CUTIS. Porque ese cutis no se consigue invirtiendo en cremas carísimas o yendo a clínicas de estética (sé de lo que hablo); ese cutis, el de cara lavada, se consigue tras horas de sexo. Aunque eso sería quedarnos cortas: ese cutis se consigue cuando te colocan un pedrusco y te dicen: SÍ, CONTIGO A TOPE.
No me malinterpretéis: yo no quiero ni he querido nunca un pedrusco. Y supongo que muchas de vosotras tampoco. Sé que es fácil caer en la estetización y romantización del objeto en sí mismo (y J.Lo lo sabe), pero lo que ese anillo y ese cutis nos quieren transmitir es otra cosa; otro sentimiento. Jennifer Lopez retoza feliz dentro de una cama en una habitación de lujo mientras su novio la fotografía por sorpresa y capta la felicidad, el cénit, el clímax de la vida; cuando una se siente ligera y el cuerpo solo causa placer y el dolor desaparece. Esa es la cara que se nos queda cuando todo va sobre ruedas, cuando nos sentimos aceptadas, valoradas, queridas… Un sentimiento deseado que tiene mucho de terrible, pero también de lógico y que nos lleva a otra noticia reciente.
Hace unas horas, el tabloide estadounidense Page Six publicó que Emily Ratajkowski habría decidido separarse de su marido después de que este le fuese infiel. Sobre esto ya lo escribió todo y muy bien Bárbara Arena en esta lectura obligada, pero haber leído lo que ella analizaba con esa clarividencia habitual en ella me hizo pensar en lo que tantas veces comentamos: que esa insatisfacción era la otra cara de la moneda del cuento con final feliz de Lopez. Un happy ending que nos hace creer que existe la posibilidad de ser feliz a manos de un hombre; de que nos quieran bien y a tope, con compromiso y sin excusas. Joder, las malditas excusas.
Pero esta reflexión resulta dañina y peligrosa: si resulta que te encuentras con alguien que está dispuesto a implicarse y a quererte, tu autoestima estará por las nubes; si ocurre lo contrario, prepárate para bajar a los infiernos. Entonces, esa tez perfecta se convertirá en un lienzo plagado de imperfecciones y rojeces; se multiplicarán las arrugas y las patas de gallo, y no habrá tratamiento que consiga remediarlo. Por eso, como tan bien explica aquí Arena, hay que tomar decisiones: “Ya es momento de invertir el proceso según el cual es en nosotras en quien se instala la duda sobre si somos aptas o no; el problema está en ellos, y en lugar de preguntarnos si merecemos su amor, tocará tomar decisiones sobre si merecen querernos”.
Tan fácil y tan difícil como eso. Vive l’amour.
© 2022 Elefant Records
Me ha encantado la Newsletter! Increíble como siempre Alexandra. ❤