La búsqueda de la belleza no debería ser una tortura
Vol. 56 Kim Kardashian está más que dispuesta a limitar sus movimientos para resultar atractiva, pero ha llegado la hora de dejar de normalizar el sufrimiento con fines estéticos
En el último desfile de Balenciaga, Kim Kardashian apareció como guest star embutida en cinta adhesiva amarilla y negra con el logo de la firma. Kim tenía que competir con la llegada de Zendaya a Valentino con su power suit rosa chicle y con el retraso de más de una hora de Rihanna a Dior, que llevaba un naked dress de color negro poniendo una vez más su barriga de embarazada en primer plano. Pero esta no era la primera vez que la celebridad y empresaria reinventaba por enésima ocasión su estilismo. Y cuando parecía que ya no podría superar su llegada a la Gala del MET convertida en una sombra negra invidente de la cabeza a los pies, Kim lo ha vuelto a hacer.
Los dos estilismos tienen varias cosas en común: superan con creces el concepto de total look, convierten la silueta de Kim en un icono siempre reconocible, y ambos están firmados por Demna Gvasalia, director creativo de Balenciaga. Pero si existe un factor que relaciona de manera evidente estas propuestas es el que tiene que ver con el sufrimiento, con la tortura del cuerpo.
Cuando en 2019 me tocó escribir sobre el vestido de Thierry Mugler que Kim llevó a la Gala del MET de aquel año, me quedé impactada. Sus declaraciones me sacaron de aquella ensimismación causada por semanas y semanas de alienación escribiendo artículos de actualidad a ritmo vertiginoso. Acostumbrada a ver nuevos estilismos a diario, a cada cual más epatante, y a encontrarme con embarazos sorpresa, rupturas, lo que fuese que ocurriese entonces, (ah sí, el beef constante en la familia real británica entre Meghan y compañía), aquel corsé (que fue el primer trabajo del diseñador en 20 años); más bien, aquellas declaraciones sobre todo lo que la celebridad tuvo que consentir y sufrir, se me grabaron a fuego.
Tras semanas de entrenamientos durísimos y decenas de cuidados estéticos, Kim llegó de pie, agarrada a una barra de una furgoneta porque el corsé no le permitía sentarse. Y una vez allí, le dijo a Wintour: “Vale, Anna, si no me siento para cenar, ahora ya sabes por qué. Estaré por ahí saludando a la gente y hablando, pero no puedo sentarme. Solo puedo sentarme por la mitad”. De sus sandalias transparentes mejor hablamos otro día.
Esta necesidad, la de sorprender, la de ofrecer contenido nuevo a diario, nos persigue a todas, pero a algunas personas muchísimo más. Y Kim, como celebridad influencer que es, ha hecho de ello un negocio. Porque cuando ya lo has llevado todo y tienes a tu disposición cualquier pieza o bolso (por exclusivo o vintage que sea), solo te queda subir la apuesta y seguir subiéndola hasta el infinito.
Por ahora Kim lo está consiguiendo y está dispuesta a sacrificar mucho más de lo que sacrificamos la mayoría de las mujeres, que ya es demasiado: ella ha renunciado a limitar sus movimientos en varias ocasiones; la última vez, durante el desfile nevado de Balenciaga con su cinta de caution, como se puede ver también en este vídeo.
¿Y qué nos dice todo esto? Dos cosas: que la aceleración del capitalismo llega a unos puntos absurdos y ridículos (pero esto ya lo sabíamos) y que necesitamos cuestionarnos la relación entre la belleza y el sufrimiento.
Desde pequeñas, escuchamos sin parar frases como “Para estar guapa, hay que sufrir”. Y lo ponemos en práctica, claro que sí: depilaciones con cera muy caliente, pasar hambre, colocarse adhesivos en las sienes para que la mirada parezca más rasgada, caminar durante horas sobre tacones imposibles… por no hablar de los corsés o las fajas. La cuestión es limitar los movimientos, modificar el cuerpo en pos de una belleza normativa.
Pero ahora que ya nos hemos acostumbrado a repensarlo todo, ¿no será el momento de poner en cuestión que exista una relación directa entre belleza y dolor? Estoy convencida de que todo este sufrimiento se solucionaría cambiando la mirada, educándola. Desde hace unos años, la belleza se representa cada vez de una manera más diversa y ya no resulta tan sorprendente que una chica no blanca, no hetero, no cis, y con una imagen no normativa, enamore y fascine a millones de personas en todo el mundo.
Beyoncé saludando en “Pretty Hurts” (2013).
Este cambio solo ha sido posible a través de la representación continuada, y del consiguiente cambio de la mirada, de la nuestra. Si de repente vemos a Zendaya con acné en Euphoria y nos parece preciosa; o si las barrigas nos resultan sexis y los cutis con marcas, diferentes y atractivos… en resumen, si aprendemos a que nos gusten todos los cuerpos, a disfrutar de ellos tal cual son, podremos superar esa idea tan desfasada de que es necesario sufrir y padecer para estar guapa.
Soy consciente de que esto parece un eslogan feminista sin alma, pero os juro que yo misma lo vivo en mis carnes y desde bien pequeña. Encuentro sexis a cientos de personas, no sé qué es eso de tener un prototipo y jamás nada de eso que se considera poco atractivo me ha impedido pillarme hasta las trancas por alguien.
Si no lo habéis probado, os lo recomiendo, sienta muy bien.
Os dejo con unas de las líneas más bonitas que se han escrito nunca, las de Leonard Cohen cantándole a Janis Joplin en “Chelsea Hotel #2”.
You told me again you preferred handsome men
But for me you would make an exception
And clenching your fist for the ones like us
Who are oppressed by the figures of beauty
You fixed yourself, you said: Well, never mind
We are ugly but we have the music 🤎
© 2022 Elefant Records
llegados a este punto, las apariciones de KK en eventos de moda son casi una especie de performance xd Lo relacionados que están la belleza y el sufrimiento se remonta muy muy atrás.... mira las geishas o padaung, es algo cultural y que tiene que ver con la tradición, es jodido