Hoy quiero confesar...
Vol. 49 Ha sido un año extraño y difícil, pero también ha habido cosas buenas. Y son esas las que merece la pena recordar
Estos son los highlights de mi año de descanso y relajación (y neurosis):
He vuelto a leer manga. Más que manga, shōjo (manga para chicas). Nunca lo había abandonado, pero ahora estoy más a tope. En parte gracias a Amor es cuando cesa la lluvia, una historia preciosa de Jun Mayuzuki con ilustraciones increíbles que recomendó Esteban en su cuenta de Twitter antes de morir.
Es la historia de Akira Tachibana, una estudiante de instituto introspectiva y guapísima, que se convierte en la líder de su equipo de atletismo hasta que se lesiona y tiene que abandonar el club. Demuestra una tranquilidad y una serenidad que ya nos gustaría a más de una, es maravillosa con todas sus compañeras de clase, a pesar de que parece que está en otro mundo y que es mucho más adulta que ellas, y se enamora de la figura del pardillo y perdedor por antonomasia, el antihéroe, que en este caso es un hombre mucho mayor que trabaja como encargado en el restaurante en el que ella se gana unos yenes como camarera.
Me he mudado a una casa preciosa y sin muebles (y me he adentrado en el fascinante mundo de la decoración), en un barrio maravilloso de Madrid, con un cajero de ATN justo al lado y una tienda de Fruit of the Loom. Cualquiera diría que vivimos en Williamsburg. Además, he descubierto un nuevo café, el Zero Coffee, que lleva una barista vecina que es maravillosa y que me hace unos latte con avena que me hacen levitar.
Me he gastado (mucho) dinero en ropa, pero en ropa diseñada por amigos y gente que conozco. Pienso en Becomely y en cut3cutr3, pero también en Sisyphe. Más allá del evidente imperativo de consumir menos, de comprar menos cosas porque no las necesitamos, y de la importancia de comprender por qué es una falacia el discurso del compra menos, compra mejor, que aquí tan bien analiza Leticia García para que no nos responsabilicen siempre a las mismas, me siento bien al escoger los diseños de firmas amigas, así como piezas de cerámica (las de mi querida Ana) de Bombón Pottery o las ilustraciones de Núria Just.
Probamos la pizza favorita de ElXokas, de la pizzería Dante, situada en la calle Embajadores de Madrid. Me recordó a las porciones insípidas y grasientas que me tomaba de adolescente en Pizz-Bur, en Ogrobe. Hace unos años mis amigas y yo tratamos de rememorar la experiencia un 1 de enero oscuro, decrépito y con todo lo demás cerrado, y no conseguimos aquel subidón de entonces. Ni rastro de ese placer primerizo ni de esa ansia animal, esa que te lleva a comerte cualquier cosa que se te ponga por delante. Solo un poco de desidia y una aceptación del estado de las cosas y del paso del tiempo.
Volví a reencontrarme con And Just Like That…, la serie protagonizada por Carrie Bradshaw, muchísimos años después de Sex and the City. Me resulta muy placentero que me sigan gustando las cosas que me gustaban en el momento en el que empezaban a conformarse mis intereses. Pero casi siempre me pasa como con la pizza, que lo que antes me gustaba ahora me deja un sabor agridulce, una suerte de quiero y no puedo. Y esta ficción me reconcilia con esa parte sibarita y a veces tendente a lo pijo que tengo.
Esta vez, Carrie se adapta a los tiempos y aprovecha para hacerle un guiño a su famoso tutú corto. Una mañana se levanta en su antiguo apartamento, vuelve a su vestidor y se encuentra con uno (ahora maxi) que le llega hasta los pies. Decide ponérselo para ir a comprar un café en una tienda de alimentación; habla con el dueño y los dos coleguean. En esa escena, que algunos podrían calificar como poco realista o como algo aún peor, pero que yo siento como propia, se condensa todo lo bueno de vivir en la ciudad y de amar la moda (y de dar la nota, también).
He descubierto el pódcast de Las amigas estupendas y fantaseo con ser amiga de Virch y de Estela Cebrián.
Son maravillosas y me alegran la vida, como todas estas mujeres, igual de creativas, carismáticas, inteligentes y buenas: Paula Jiménez, Eva Morell, María Fernández, Bárbara Arena, Noelia Ramírez, Berta Gómez Santo Tomás, Alba Correa, Leticia García, Beatriz García, Begoña Gómez Urzaiz, Ainhoa Marzol, Paz Olivares, Elizabeth Duval, Raquel Piñeiro, Clara Ferrero, Aixa de la Cruz, Lucía Tejo, Sara Álvarez, Noemí López Trujillo, María Yáñez, Beatriz Serrano, Leticia Díaz de la Morena, Carmen Mañana, Analía Plaza, María García San Narciso, Paloma Abad, Raquel Pelaez, Olga Tamarit, HJ Darger, Jara Pérez, Iria Valiño, Raquel Zas, Lucía Taboada, Rocío Saiz, Mar Manrique, Janira Planes, Paula Serra, Clara Timonel, Leticia Vila-Sanjuán, Amaia Odriozola, Patricia Moreno, Carmen López Álvarez, Marta Rey, Beatriz Lobo, María Arranz, Ana Macías Cuenca, Verónica do Rexo, Anna Pacheco, Lara Dopazo, Cecilia Casero, Clara Collantes, Paloma Rando, Lucía Baskaran, Alicia Holgado, Elia Maqueda, Nuala Phillips Portasany, Claudia del Río, Eva Sebastián, Alba Riera, Inés Maestre…
Todas ellas son responsables directas de mis mayores momentos de felicidad en 2021. ¡Gracias!
El feminismo ha llegado para quedarse y domina el discurso público. Nos guste o no, Rocío, contar la verdad para seguir viva nos ha hecho reflexionar sobre las distintas violencias machistas que seguimos sufriendo a diario. Cada vez más personas están al tanto de las dinámicas de poder que la mitad de la población ejerce sobre la otra. Sigue habiendo machistas (muchos), pero al menos están más acorralados. Lo mismo ocurre con la lucha transfeminista, los derechos LGBTQIA y la educación sobre la salud mental (esta última ya está siendo fagocitada por el aparato capitalista), que han conseguido una mayor visibilidad. Lamentablemente, los asesinatos homófobos y tránsfobos, así como machistas han sido una constante también este año. Contra esto, lucha, lucha y lucha. ¡Y FUEGO!
Vi en carne y hueso a Marisa Paredes en la Plaza del Ángel, en Madrid. Nunca alucino al encontrarme con la gente a la que admiro, pero con ella me quedé a cuadros. Iba un poco despistada, fumando, sin bolso y con ropa de andar por casa, pero desprendía una elegancia brutal. Precisamente, el loungewear al que nos hemos aficionado después de los confinamientos, y los estilismos minimalistas y cozy me tienen obsesionada. Ayer estuve viendo durante horas fotos de Jennifer Lawrence, que después de amos patinando, ahora parece que lleva lookazos como este. Si tuviese cash, todo mi armario sería de The Row. Aunque al día siguiente seguro que querría vestirme de todo lo contrario… ya sabéis.
¡Os deseo un feliz 2022, amigas! La vida es bonita gracias a vosotras. STOP FUR!
El placerazo de salir rodeada de mujeres top en la newsletter de una mujer top (y además x2 jej). Un besazo, Alexandra!!!!!! Can't wait to see todo lo que te inspirará en 2022.