Vivimos tiempos de revisionismo, de memoria feminista (la histΓ³rica aun tendrΓ‘ que esperar), en donde algunos medios se disculpan tras haber contribuido a fomentar un discurso en el que las mujeres siempre han salido perdiendo. Entre las elegidas: Britney Spears o Paris Hilton; la mayorΓa, jamΓ‘s obtendrΓ‘n una disculpa. Y si algΓΊn dΓa llega, estarΓ‘n muertas π
A decir verdad, esta nueva ola de mea culpa colectivo supone un alivio simbΓ³lico entre tanta angustia insoportable. Porque si no podemos celebrar nada, entonces ya no habrΓ‘ quien aguante tanto tiempo en el bando de las que siempre llevamos las de perder. Pero, cuidado, esta conciencia colectiva, este cambio de paradigma, no siempre se refleja en la vida cotidiana.
Durante estos dΓas, he comentado con una amiga la ruptura de una pareja conocida: ella, talentosa, joven, guapΓsima; Γ©l, mΓ‘s de lo mismo. Estaban enamorados, tenΓan Γ©xito, disfrutaban de su amor con un extra de public display of affectionβ¦ pero Γ©l no se sintiΓ³ con fuerzas para seguir con todo aquello y no pudo esperar a dejarla.
Y aquΓ llega el plot twist, porque ella tuvo las agallas de contarlo en su cuenta de Instagram ante miles y miles de seguidores, y ahora todas sabemos cΓ³mo es Γ©l (aunque ya lo sabΓamos y nunca le han faltado mujeres interesantΓsimas a su lado). Porque tras la supuesta humillaciΓ³n, vienen la culpa y la vergΓΌenza. Porque a lo mejor, si te callas, Γ©l te volverΓ‘ a querer.
En este momento, me acuerdo de las palabras de Ana TΓ‘vora, psicoterapeuta y psiquiatra, que deberΓamos interiorizar como esa canciΓ³n de Laura Pausini que te aprendiste con 9 aΓ±os y ya nunca olvidarΓ‘s: βΒΏPor quΓ© lo que te entona no puede ser la tranquilidad y no tanto conseguir que te quieran? Tu valΓa no tiene nada que ver con que te quieran, no te juegas lo que vales con que te quieranβ.
Sin embargo, muchas compramos el pack de la validaciΓ³n externa, un pack que tiene dos caras. Mientras todo va bien: fotos, besos y alegrΓa. La representaciΓ³n del amor romΓ‘ntico validado por los likes y la envidia ajena de toda esa gente que siente en sus carnes que su vida y sus relaciones son una mierda comparada con esa otra. Luego viene la parte mala, cuando las cosas se tuercen: la tristeza absoluta que, como no podΓa ser de otra manera, tambiΓ©n queda registrada en las redes sociales.
Sin embargo, esta reflexiΓ³n, que parece lΓ³gica y fΓ‘cil de aplicar, no lo es tanto cuando las distintas estructuras de poder te educan para que hagas justo lo contrario. Durante estos dΓas, he hablado con distintas mujeres sobre sus relaciones afectivas, con tΓos de diversa Γndole, y ellas siempre salen perdiendo. ΒΏPor quΓ©? Me pregunto. ΒΏSerΓ‘ una casualidad? Y me acuerdo de lo que Esther le dijo a Carlos el otro dΓa tomΓ‘ndonos unos vinos en una terraza del tan castizo barrio de Ibiza, con el PirulΓ de fondo. βEn cualquier conflicto, en una relaciΓ³n heterosexual, la primera lectura siempre ha de ser la de gΓ©nero, porque la relaciΓ³n de poder se establece siempreβ.
Yo suscribo sus palabras, a riesgo de que nos tachen a las dos de esencialistas. Porque el gΓ©nero estΓ‘ siempre presente. S-I-E-M-P-R-E. ΒΏSi no, por quΓ© salimos perdiendo? ΒΏPor quΓ© son ellos los que ponen por encima de todo lo demΓ‘s sus necesidades y deseos? ΒΏPor quΓ© ellos marcan el ritmo y nosotras solo esperamos? ΒΏPor quΓ© si no cumplimos con lo establecido, nos culpamos pensando que no somos girlfriend material, a pesar de tener las cosas clarΓsimas, y de ser divertidas y carismΓ‘ticas y fuertes?
Una viΓ±eta de Y: El ΓΊltimo hombre, uno de mis cΓ³mics favoritos EVER, que imagina un futuro con un solo varΓ³n.
Pero hay otra cuestiΓ³n (una de miles) que me gustarΓa abordar porque es una gran mentira que nos contaron a las millennials como yo. En los 80, la irrupciΓ³n del capitalismo se transformΓ³ en una exigencia neurΓ³tica a todos los niveles, tambiΓ©n en cuanto a la estΓ©tica, pero los 90 dieron lugar a ese tΓo barbudo, con gafas de pasta y camisa de cuadros. Ese hombre que no tenΓa por quΓ© ser guapo; de hecho, si lo era, perdΓa valor en el mercado. Porque entonces, todo serΓa mΓ‘s frΓvolo y menos indie. Y nos lo tragamos, enterito. La ΓΊltima vez que recuerdo admirar a un chico guapo fue en la portada de la SΓΊper Pop o en Titanic. DespuΓ©s, aquello se acabΓ³. Por supuesto, esto no funcionaba con las chicas; nosotras tenΓamos que seguir siendo guapas, divertidas y callaΓtas.
Con el paso del tiempo (con el paso de muchΓsimo tiempo), nos dimos cuenta de que si nosotras podΓamos ser guapas, listas y todo lo demΓ‘s, entonces ellos tambiΓ©n podrΓan, ΒΏno? Los hombres gays no se lo tragaron, ellos jamΓ‘s renunciaron a la belleza masculina. Lo recordΓ© leyendo Muestras privadas de afecto, de Guillermo Alonso, en donde la presentaciΓ³n del ser amado trasciende lo fΓsico, es puramente espiritual. Esto es lo que siente el protagonista de la novela, RamΓ³n MaΓ±ana, cuando ve por primera vez al chico del que inmediatamente se enamora.
βRamΓ³n no pudo evitar sentir asco ante tanta perfecciΓ³n a medida que se los cruzaba. Pero no lo sintiΓ³ por el chico que iba solo en su asiento, alto, rubio, de pelo corto, ojos grises y nuca larga y despejada, que llevaba una camiseta de rayas que le quedaba gigantesca y miraba melancΓ³lico por la ventana hasta que volviΓ³ la cabeza para dedicarle a RamΓ³n una sonrisa. No, no sintiΓ³ asco por Γ©l. Le pareciΓ³ el ΓΊnico normal, incluso con esa camisa giganteβ.
Una sensaciΓ³n similar me transmiten las ilustraciones de Cachorro Lozano, en las que siempre hay cuerpos y penes venosos y gigantes. Penes adorados, penes a los que se les hace un altar; penes que son lo contrario de violentos, que no son herramientas del mal. Penes que aparecen exultantes, preparados para el placer y consagrados a lo bello.
TambiΓ©n el fanzine Chicas y maricas o las fotografΓas de Robert Mapplethorpe, tan deslumbrantes como esta. Venas, venas y mΓ‘s venas.
ImΓ‘genes de una belleza masculina que nos acercan a la Antigua Grecia, pero que no tiene por quΓ© ser normativa. Creo que se acerca mΓ‘s al hedonismo, a lo corpΓ³reo (que tanto me obsesiona ΓΊltimamente). QuizΓ‘s, tras la eterna disyuntiva entre el arte por el arte y el realismo socialista, en 2021, lo mΓ‘s sensato y justo para todas serΓa que abrazΓ‘semos lo bello (entendido como un amplΓsimo y subjetivo espectro de formas y colores) y, a ser posible, que disfrutΓ‘semos de ello. No deberΓamos pedirle menos al siglo XXI.
HabΓa mandarinas como bolas de fuego; manzanas llenas de lozanΓa con tintes de rosa; peras amarillas tan suaves como la seda; uvas blancas con reflejos de plata y un gran racimo de negras, tan intensas que parecΓan moradas, que habΓa comprado para que entonaran con la nueva alfombra del comedor. SΓ, tal vez pareciera algo absurdo y rebuscado, pero no era otra la razΓ³n de haberlas elegido. En la fruterΓa habΓa pensado: βTengo que llevarme un racimo de uvas negras para que en la mesa haya algo que recuerde la alfombraβ. Y en aquel momento la idea le pareciΓ³ muy razonable.
Portrait of Katherine Mansfield (1918), deΒ Anne Estelle Rice.
Cuando hubo hecho con todas aquellas lustrosas redondeces dos pirΓ‘mides, se alejΓ³ unos pasos para ver el efecto, que era curioso de verdad. La mesa oscura se fundΓa en la penumbra de la habitaciΓ³n, y los dos platos βel azul y el de cristal, cargados de frutaβ parecΓan flotar en el aire. Esto, debido quizΓ‘ a su estado de Γ‘nimo, le resultΓ³ increΓblemente hermoso, y se echΓ³ a reΓr.
βFelicidadβ, de Katherine Mansfield.
β 2021 Elefant Records