El 'athleisure' ha llegado para quedarse o por qué Estados Unidos dirige el mundo
Vol. 6 El caso de Kamala Harris
Es sábado 7 de noviembre. Son exactamente las 20:16 y el dolor de regla me impide salir de casa, así que llevo todo el día en leggings. Total, tampoco hay demasiado que hacer ahí fuera. Desde que la pandemia global nos ha confinado en nuestros hogares, nuestros estilismos han derivado hacia el chándal (ahora, también conocido como jogger).
El jogger es ese pantalón de algodón con una cinturilla alta que marca las caderas y el culo de quien los tiene. Un estilismo que se podría entender como una segunda fase, una evolución del comienzo del athleisure hace ya algunos años.
Esta tendencia llegó a nuestras vidas con cierta timidez; y solo al alcance de las hermanas Hadid o de Kendall Jenner. Mujeres muy altas y muy delgadas, también blancas. Un uniforme que como apuntaba Jia Tolentino en su libro Falso espejo, funcionaba como un activo: una prueba de lo que vale nuestro cuerpo y, por lo tanto, lo que valemos nosotras.
Estar normativamente buena es síntoma de que lo estamos haciendo bien. Que no ocupamos espacio, y que además invertimos tiempo y dinero (que no todo el mundo tiene), en cumplir con las expectativas sociales.
Pero algo ha cambiado en esta nueva etapa, la de los pantalones de algodón, muchas veces a juego con una sudadera oversized; la que además anticipó Kim Kardashian hace unos años. Entonces, todas queríamos llevar ese total look que parecía tan cómodo y tan Calabasas. Ahora, en todas las tiendas low cost hay decenas de modelos a nuestra disposición.
Lo que es innegable es que esta batalla la ha ganado Kim. O lo que es lo mismo: las curvas han aplastado a la delgadez extrema, tan propia de los noventa. Pero esta tendencia nos confirma otra cosa: que Estados Unidos y su way of life está más presente en nuestras vidas que nunca. Y aunque el estilo de unos cuantos países pugnen por subirse a las pasarelas a través de colecciones de lujo, lo yankee cotiza al alza.
Hace un par de horas, la nueva vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, llamó a Biden para contarle eufórica que “lo habían conseguido”. En el vídeo de la victoria, que ya se ha hecho viral, la política (que ha marcado la diferencia con sus pantalones pitillo y sus Converse All-Star) se alejaba de sus también habituales collares de perlas y americanas azules.
Para vivir un momento histórico, Harris decidió embutirse en un chándal de Nike. Y no solo eso, quiso que el mundo entero la viese así vestida. Una declaración de intenciones que nos dice: Hola, soy como vosotras y estoy eufórica (aunque esté rodeada de guardaespaldas), pero también que el chándal ha llegado para quedarse. Que también es como decir que Estados Unidos sigue marcando lo que está bien y lo que está mal. Porque alguien imagina a una política española haciendo lo mismo, ¿no, verdad? Pues eso.