Don't I make you feel alive? Don't I give you a good home?
Vol. 75 ¿Para qué estamos vivas si no es para encontrarnos con les otres?
Odio la palabra comunión porque me recuerda inevitablemente a ese acto religioso y adoctrinador del que yo me zafé y con el que el resto de niñas comulgaron. Mi mejor amigo, Matías, pasaba las horas —en las que el resto de la clase aprendía religión— junto a mí, los dos solos, en un cubículo de un metro cuadrado. Probablemente aquello nos unió para siempre. Aquel sinsentido me hizo pedirle a mis padres, en algún momento de mi infancia, que me dejasen estudiar aquello: compré el libro de texto, carísimo, absurdo —¡cuántos árboles cortados! ¡cuánto tiempo perdido!—, y me dispuse a pasar por una más, pero cuando llegó septiembre volví a mi metro cuadrado. Supongo que ese año fallido a Matías y a mí nos habían separado de clase, y yo me sentía tan sola que decidí integrarme.
Me acuerdo de esta anécdota, de la que no recuerdo los detalles, después de ver La mesías. Y tras escuchar a sus dos creadores contando todo aquello que ocurre fuera de plano. Una de las escenas, cuando Irene acepta la fe de su hermana Cecilia yendo a la iglesia junto a ella e incluso emocionándose viéndola cantar, me trajo a la cabeza la sensación de libertad —o quizás debería decir la de no coerción—, que sentí durante mi infancia; una manera de vivir, de actuar, que probablemente demos por sentado cuando tenemos la suerte de habitarla. Como Irene, yo también sentí que en todo momento se me tenía en cuenta, con todas mis contradicciones.
Escuchando a Javier Ambrossi y a Javier Calvo pensé que el arte es probablemente la única manera que tenemos los humanos de entrar en comunión con le otre —y a través del sexo, cuando es del bueno—. Solo en contacto con él somos capaces de recrear ese anhelado momento de comunión o de fantasear, hasta el punto de montarse películas muy heavies. Siempre he tenido la capacidad de enamorarme de alguien si escucho una canción que me gusta y pienso muy fuerte en esa persona. Desde que escuchaba a Laura Pausini con 13 años con la cabeza contra la almohada. Pero también soy capaz de imaginar momentos de euforia, en los que todo va bien y en donde que no existen las desavenencias; pequeños glitchs humanos, inevitables…
En cuanto a los creadores, el hecho de escribir una serie o una peli; de leer un libro, de componer una canción… se convierte en una manera de transmitir algo, pero también de hacerse entender. Solo en ese momento, en el que estamos en contacto con el arte, existe la comunión. Solo entonces nos entendemos; compartimos un contexto común, nos sentimos escuchados, comprendidos, reconocidos. El resto del tiempo son casi siempre momentos de desconexión, a pesar de los gustos, los deseos compartidos y el amor infinito. Pero existe el arte…
Big Thief lo explican mejor.
Don't I make you feel alive?
Don't I give you a good home?
In a way I know you're always by my side
But today I think I've always been a long way
One hand to keep me warm
One hand to hold my chin
To be inside your arms
It's all I'm asking
💖